Elías Irazoqui Becerra: “Hay que hacer de la vida una poesía”
El académico del Departamento de Ciencias Básicas, Dr. Elías Segundo Irazoqui Becerra, no sólo vibra con la matemática. Desde hace algunos años encontró en la poesía, o más precisamente en la “anti poesía”, una forma de encausar sus reflexiones y vivencias. Ese afán le ha llevado a publicar dos libros: “Palabras en el tiempo” (2015) y “Palabras tras el Tiempo” (2017). Una tercera obra está en preparación y verá la luz a fines de 2019.
A través de un estilo breve, conciso y nostálgico, Elías Irazoqui busca sintetizar la vida, tal como un teorema, según reconoce. “Quisiera a veces que la poesía fuera una verdad irrefutable, como un teorema; pero como bien dice Cristian Warnken, la poesía no aspira a ser la verdad, pues para eso está la filosofía, la matemática, las ciencias exactas y experimentales… La poesía es sentimiento, un asomo de verdad o un aproximarse a la verdad”, asegura.
El académico UBB es originario de Cherquenco, comuna de Vilcún, emplazado en los faldeos del Volcán Llaima en la Región de la Araucanía. Nació el 1 de enero de 1951 en el seno de la familia conformada por Elías Irazoqui, un español de Navarra y Carmen Becerra, vecina de la localidad, quienes criaron 9 hijos. La familia asistía regularmente a la iglesia Bautista y por ello, don Elías asegura que la necesidad de tener un referente divino le ha perseguido toda la vida.
Sus primeros estudios los realizó en la Escuela N°4 de Temuco y luego prosiguió en el Colegio Bautista de la misma ciudad. Fue precisamente en esta época en que comienza a descubrir que posee habilidades para enseñar a otros. “En el colegio enseñaba Matemática y Química a mis compañeros. El profesor me designó monitor, así es que nos juntábamos con compañeros el fin de semana y así les hacía clases. A veces era más desorden que enseñar, pero lo pasábamos bien”, rememora.
Concluida su formación escolar ingresa a Administración de Empresas, pero al cabo de una semana decide cambiarse a Pedagogía en Matemática en la sede Temuco de la Universidad de Chile. En 1970, por una recomendación, optó por Licenciatura en Matemática en la Universidad Austral de Valdivia.
El golpe militar de 1973 interrumpió los estudios en la Universidad Austral y debió proseguir un Magíster en Matemática en la Universidad de Santiago de Chile del cual egresa en 1976. Tras ello alcanzó a trabajar 2 meses en el Colegio Bautista de Temuco y en 1977 se incorpora como docente del Departamento de Matemática de la Universidad Austral de Chile.
A Chillán arriba en 1985, al entonces Instituto Profesional de Chillán, IPROCH. “Me pareció muy interesante venirme a Chillán porque había un ambiente muy propicio para crear la Universidad de Ñuble. Varios profesores nos vinimos con esa expectativa”, comenta.
Con los años, el académico del Departamento de Ciencias Básicas también cursaría un Master en Tecnología Educativa en la Universidad de Salamanca, España, y un Doctorado en Didáctica de la Matemática.
Todo ello le ha permitido profundizar en su labor académica, ligada a la enseñanza del Álgebra y la Educación Matemática. “Mis días se van en hacer clases, estudiar temas de interés para exponer en congresos matemáticos; escribir anti poesía, compartir con grupos literarios y poco más”, precisa.
Don Elías se asemeja a un Quijote postmoderno. Mide sus palabras y reflexiona a cada instante. “Comencé a escribir en 1995, reflexionando sobre la vida y sus hechos, el haber estado en España por más de cuatro años, me ayudó a escribir. Me cautiva el poder dejar algo a los demás. En principio me gustaba definir palabras, conceptos, y luego seguí escribiendo sobre las cosas que me pasaban. Quizás me llevó a escribir la soledad de la vida, que he sentido muchas veces. He tenido como compañera a la soledad en muchas ocasiones”, asegura.
“Uno parafrasea algunas lecturas que ha tenido y lo que ha vivido, un poco eso… Mi hija me dice que soy el poeta de la nostalgia. Muchas personas escriben desde el dolor, desde la desesperanza. Como decía Warnken -uno escribe con el sentimiento y por la verdad; en el abismo de la vida, siempre jugando en el borde, en la cuerda floja”, asevera.
Actualmente, su familia está compuesta por sus hijos José Luis (41) ingeniero comercial, y Paula Natalia (38) médica broncopulmonar, además de sus hermanos, con quienes cada año se congregan en una gran reunión en las cercanías de Temuco. Escogen una fecha cercana al 24 de enero, porque ese día recuerdan el cumpleaños de su padre.
Don Elías asume la docencia como un gran honor debido a la trascendencia personal que ello implica. Lo más gratificante es lograr que los estudiantes tomen conciencia sobre dónde están y qué hacen, según manifiesta.
Rescata como ejercicio el “No hacer nada”, lo que estima como muy necesario. Pero advierte que el concepto es engañoso “porque uno siempre está reflexionando, pensando… el cerebro es un hervidero constante”, precisa.
Lo que más valora en el prójimo es la honestidad, pues se ha convencido que se trata de un bien escaso.
Al consultarle por cómo se definiría, responde que no posee una definición de sí mismo “porque somos seres que cambiamos con el tiempo, accediendo a nuevas formas de Ser. Siempre nos estamos construyendo, desbastando nuestras impurezas”, asegura.
Entre sus lecturas dedica tiempo a la poesía y también a la filosofía, mencionando especialmente a Séneca y su estoicismo, a Marco Aurelio, así como a Pascal. “Sus pensamientos me persiguen. Él escribió aquello que –El corazón tiene razones que la razón no entiende-, y eso es algo notable, porque cuántas veces lo razonable es tomar determinada decisión, pero el corazón nos dice otra cosa y finalmente prevalece el corazón”, confirma. “De hecho estoy preparando una conferencia sobre Pascal que pretendo presentar en el Congreso de Matemática Capricornio (COMCA), respecto de su contribución filosófica y matemática”, agrega.
Al solicitarle que se imagine dentro de 10 años, don Elías contesta que es mucho tiempo, “sin perjuicio de ello, espero haber construido una relación afectiva que se consolide y me permita vivir en paz y musitar ese amor. El resto quedará de tarea. Creo que estoy en camino de la felicidad; esto me llena la vida”, enfatiza.
¿Qué regalo le haría a la UBB?
“A la Universidad le he dado buena parte de mi vida. El próximo año serán 35 años en esta institución. ¿El mejor regalo? Dar una buena clase y que los estudiantes perciban coherencia entre lo que pienso, digo y hago. Hay que hacer de la vida una poesía”.