“Durante mi niñez, nunca imaginé que lograría hacer algo medianamente importante con mi vida, y creo que nadie más lo imaginó”, reflexiona la académica UBB y profesora de Pedagogía en Educación General Básica, Dra. Nelly Lagos San Martín, quien nació y creció en el sector Reloca Cato, ubicado a 12 km de Chillán, junto a sus padres, un hermano y tres hermanas. La docente dice haber tenido una vida tranquila, un comentario que refleja también su forma de ser.

Infancia y su amor por la escuela

Estudió en la Escuela G215 del sector de Cato, donde cursó los primeros seis años de escolaridad “en cursos combinados con pocos compañeros. La escuela era para mí el mejor regalo que alguien podía tener, allí me divertía y aprendía. Yo iba sin importar la lluvia que muchas veces anegaba los caminos, y que, aunque vivíamos cerca, muchas veces significaba estar con los pies mojados todo el día, o pasar frío. Nada detenía mis ganas de ir, solo no iba si estaba muy enferma”.

“Siempre fui muy matea en la escuela, desde niña siempre obtuve los mejores promedios y si no los obtenía yo, lo hacía mi hermano con quien fui compañera durante la educación básica. Esto era porque siempre me gustó estudiar y siempre hacía mis tareas, me esmeraba por cumplir con mi deber”, reconoce.

La enseñanza media intentó cursarla en Chillán, pero no se habituó y lo dejó por unos años, no obstante, retomó los estudios y llegó a Pedagogía en Educación General Básica principalmente, dice, gracias a una oportunidad que se le brindó en su juventud mediante un programa del Ministerio de Educación llamado “Talleres de Aprendizaje” (TAP), cuyo fin era fomentar la autoestima de niños y niñas de 3° y 4° año básico. “Este fue mi primer acercamiento a la pedagogía, fue una muy buena experiencia para mí, y trabajé junto a una amiga de la infancia, Jacqueline Henríquez”, agrega.

“Mi llegada a la universidad fue un sueño hecho realidad, creo ser la única de entre mis compañeros que pudo o logró estudiar, obviamente no sin dificultades puesto que viajaba todos los días y muchas veces no almorzaba. Debo señalar aquí que hubo una compañera que muchas veces me llevó a almorzar al hogar de monjas donde ella vivía. Fueron épocas en que el esfuerzo, e incluso el sacrificio, eran mis mejores herramientas para lograr lo que quería; ser profesora”, egresando de la Universidad del Bío-Bío en 1997.

La académica recuerda que mientras se formaba para cumplir su sueño, su padre tuvo un accidente vascular que lo dejó sin habla, obligándolo a dejar de trabajar, siendo su hermano quien la ayudó con el pago de sus estudios, pues no tenía beca ni crédito universitario. “En esa época trabajaba en los veranos e hice ayudantía de matemática durante el tiempo de clases. Es curioso pero esta ayudantía en la que estuve dos años y medio la lograra gracias a mi primer y gran fracaso escolar, ya que en el primer semestre de la carrera no me eximí de un examen; el de matemática. Creo que el susto me hizo estudiar de tal modo que obtuve un 100 en una asignatura difícil, algo nunca antes visto. El profesor de dicha asignatura fue Mario Castillo, a quien le debo este amor a la matemática y quien me impulsara a realizar un postítulo, el que hice luego de egresar, gracias a una ayuda económica que él consiguió para mí”, recuerda agradecida.

Carrera

“Mi carrera profesional la comencé en Chillán, y mi primer trabajo fue en el Colegio Evangélico Particular Subvencionado BETANIA, en el que trabajé un año”, sostiene. Sin embargo, Nelly Lagos siempre soñó con trabajar en el sistema público por una cuestión de convicción, por lo que “cuando me llamaron de Coihueco al año siguiente me fui a trabajar a la Escuela Guillermina Drake Wood, en la cual estuve 10 años, pasando por todos los niveles educativos (1° a 8° año básico) y además ejerciendo como parte de la UTP como encargada de orientación”.

En dicha escuela hizo su carrera y donde el sector definitivamente marcó su vida, ello porque ahí conoció a su compañero desde hace ya 19 años. “Mi “cuasi marido” como suelo decirle; Patricio Gutiérrez es profesor de la comuna y es un hombre genial. Eso sí, un hombre muy difícil de conquistar, por lo menos a mí me costó lograrlo”, reconoce.

Ya en 2003 se abrió el Mágister en Educación, y la profesora no dudó en que era una nueva oportunidad para estudiar. “Además, el que había sido mi profesor, Baruch Belmar, me insistió. Producto de mi paso por el programa me convertí en la primera egresada de magíster de la Universidad del Bío-Bío. Creo que este fue un desafío bastante importante puesto que trabajé y estudié, y todos quienes lo han hecho saben que no es fácil”, manifiesta.

Este paso por el Magíster en Educación mención Orientación le trajo otro regalo, la posibilidad de trabajar en la Universidad del Bío-Bío, “eso porque en su momento el profesor Enrique Blanco me diera su voto de confianza y me asignara unas horas en la carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales”. Luego, la docente obtuvo una jornada completa y tuvo que renunciar a su plaza en establecimiento escolar Guillermina Drake Wood.

Su paso por España

Crítica de su trabajo, Lagos recuerda que “en un principio, y pese a mis esfuerzos, tenía pocos aciertos en el plano investigativo, siendo mi amigo Carlos Ossa quien me impulsara y apoyara en la postulación a proyectos, por lo que gracias a su ayuda comencé a encantarme con el mundo de la investigación.  Luego aparece algo muy relevante en mi vida profesional y personal, la realización de mi doctorado, el cual hice gracias a una beca MECESUP, en Alicante, España. ¡Una beca así, con 4 años de estadía en el extranjero! Sin duda marca un antes y un después en la vida de cualquier persona, ¿no?  En mi caso, me ayudó ser soltera y sin hijos”.

Ya en España, desde 2011 hasta 2015, la académica comenta que su profesor tutor, Dr. José Manuel García Fernández, le comentó su línea investigativa y su primera impresión sobre él fue que una vez más había sido premiada. Trabajó mucho para cumplir con todas las metas, altas y a corto plazo, “creo que me costó muchísimo ganarme la confianza de mi profesor, puesto que él se daba cuenta de mis falencias, aunque siempre valoró en mí la capacidad de trabajo que tenía. Al finalizar el trabajo me dijo que quizás nunca más tendrá una alumna tan luchadora y tan buena  como yo. Creo que esas palabras son de las que graban y se valoran por el resto de la vida”.

Eso sí, dice, “pasé por muchas etapas estando allá porque al principio me sentía poco merecedora de todo lo que vivía, era todo tan maravilloso y fascinante que no me lo creía. Luego me sentí muy sola, porque aunque viví siempre acompañada, todas las personas  siempre estuvieron de paso o simplemente no quería establecer lazos afectivos por sus problemas personales, creo que vi muchas personas depresivas o con serios problemas de ansiedad. Luego en la etapa final, ya me sentí más confiada en el trabajo que hacía y logré dimensionar todos los logros tangibles e intangibles que había alcanzado”.

“La mayor parte de mi estancia en España estuve frente a un computador, cumpliendo horarios que yo misma me establecía y cumpliendo con mi tarea, pues me debía a mí misma y a mi institución hacer la tarea bien. Y mirando hacia atrás creo que la hice bien. Obtuve de esta experiencia un gran logro, el Premio Extraordinario de Doctorado, algo que me enorgullece mucho. Además, muy poco tiempo después la adjudicación de mi primer proyecto FONDECYT que me ha ayudado a confiar en que puedo alcanzar metas que nunca imaginé posibles para mí”.

La Dra. Nelly Lagos, siempre muy consciente de las buenas cosas que le han llegado en la vida, afirma que “por todo lo que he hecho, por las personas que he conocido en este camino y que me han acompañado y ayudado, soy una agradecida de la vida. Me defino como una persona luchadora, muy trabajadora, leal, esforzada y enamorada. Creo que todas las experiencias son aprendizajes que la vida pone y que solo hay que saber descifrar cuál es el aprendizaje a alcanzar en cada una de ellas”.