Siempre con una sonrisa, Sandra Guzmán Fernández, secretaria de la Escuela de Trabajo Social de la sede Chillán, recuerda y comenta los años en que llegó a la Universidad del Bío-Bío hace más de 30 años, las carreras con las que ha trabajado, la crianza de sus hijos y su amor por los animales.

Sandra (53) comienza explicando que no es muy sociable, tratando siempre de mantener un perfil bajo. Eso sí, si tiene la oportunidad de ayudar lo hace, dice con su suave tono de voz. Mientras es entrevistada pasa parte del cuerpo académico, así como del estudiantado, le hacen pequeñas consultas, algunos saludos de buenos días, todo eso mientras comenta que llegó “jovencita a trabajar en la UBB” luego de cursar Secretariado de Gerencia con mención en inglés en el Instituto Pitágoras.

Nacida en Chillán, hasta los cinco años vivió con su tía Luisa, quien tenía patos, cerdos, perros, pavos, entre otros, instaurándose en ella desde esa época el amor por los animales. Luego pasó su niñez y juventud en la zona centro de la ciudad, en Avenida Libertador Bernardo O’Higgins, entre Bulnes y Avenida Libertad. Estudió en la Escuela México y en el Liceo de Niñas.

Como hija única no se sintió sola, ya que una de sus tías, Elba, “era como mi hermana, creo que era como su niña chica porque nos llevábamos 10 años. Mi infancia estuvo tranquila”.

Cuando realizó la Prueba de Aptitud Académica, ya de adolescente, dice, “me fue muy bien, buen puntaje, en ese tiempo me encantaba Pedagogía en Biología, pero me fue mal en la prueba de Matemáticas. No había mucha orientación sobre cómo afrontar aquello, estoy hablando de hace más de 30 años. No sé ni si existían los preuniversitarios, no era algo común”.

Es así como llegó a estudiar secretariado, “si no pude entrar a la universidad, al menos me sirvió esa formación para comenzar en la Universidad del Bío-Bío, son situaciones de la vida, el destino. Ahora hay más tecnología y más conciencia de que hay más caminos en la vida, en ese tiempo era menos frecuente y el tema económico era un factor más influyente”.

Su llegada a la UBB

“Realicé mi práctica en la Universidad del Bío-Bío y quedé en el pool de secretarias de la Facultad de Educación y Humanidades. Posteriormente me contrataron luego de un remplazo y finalmente quedé a contrata. Recuerdo que Carmencita Poblete me mandó a buscar, sabía dónde vivía y envió a alguien con un papelito, le guardo mucho cariño, se jubiló hace tiempo. Ahí me presenté en el campus Fernando May e inicié en Pedagogía en Biología con la señora Araceli Villarroel. Luego se cerró la carrera y a su vez se creó Ingeniería en Alimentos”, recuerda.

Posteriormente Sandra Guzmán trabajó 14 años en la carrera Nutrición y Dietética, llegando luego a Trabajo Social de la sede Chillán en 2001, donde “estoy muy feliz. Me gusta mi trabajo, el atender a los estudiantes. No me veo haciendo otra cosa. Cuando llegué me recibió Jaime Rebolledo como director del Departamento de Ciencias Sociales, fue muy amable. Espero jubilar en Trabajo Social, tienen un excelente trato”, dice.

Ha visto varias generaciones y ha logrado ayudar a los estudiantes en estos años en lo que ha podido, “o eso he intentado. Me alegra aquello, es bonito ¿sabes? Hasta el tono de voz de los estudiantes reconozco sus personalidades, o en su forma de caminar, es tanto el trato de tantos años que de verdad los reconozco. De hecho, muchas de las profesoras que están actualmente, o que están como supervisoras, fueron ex alumnas y creo que no tienen malos recuerdos de mí, me tratan con mucho cariño”.

Recuerdos y anécdotas

Entre los recuerdos significativos que tiene desde que trabaja en la UBB, Guzmán menciona el ser la primera secretaria “en usar un computador acá en la Universidad. Eso pasó en Ingeniería en Alimentos, el jefe de carrera los pidió en ese tiempo. Hasta ese momento ocupábamos máquinas de escribir, de esas con las que te dolían los dedos. Los computadores, con disquete, había que formatearlos y nos dieron un curso donde poco menos el que no aprendía se tenía que ir (ríe). Teníamos mucha presión, me costó y además era la novedad. Mi jefe en ese tiempo, que era muy buena persona, me decía que no me preocupara, que era igual que una máquina de escribir, pero más fácil, me pedía tranquilidad. Es que daba miedo echar todo a perder, uno pensaba que apretaba una tecla y se borraría todo y los tubos se quemarían, era un suplicio llegar en las mañanas y tener que prender el computador”.

Otro de los recuerdos es lo agradecida que está de la Institución por la preocupación en capacitar, y también a nivel personal, “en ser un buen lugar con el que he criado a mis hijos, María José (27) y Matías Ignacio (25). Eso significó mucho para mí como mamá, el tener horario fijo, poder verlos crecer”.

Luego de haber crecido con animales domésticos y de granja, Sandra Guzmán dice que eso influyó en su cariño por ellos. Ha tenido tres perros, Max que murió con 14 años, quedando Pachi y Lucas, que es ciego. No obstante, en la Universidad es conocida por cuidar en lo posible de la Olivia y Cholito, perros a los cuales alimenta y les entrega los cuidados básicos, “andan a la siga de todos y son mis regalones”.

Con buenos recuerdos de la Universidad, Sandra espera seguir igual de bien en su querida carrera de Trabajo Social, esperando ser una ayuda, tanto para el estudiantado como el profesorado.